Vela crucero

Las labores de rescate del Capitán de Navío Juan Luis Cervera se dan por finalizadas

07-05-2009 :: NAVEGANDOPORLASISLAS.COM
Las labores de rescate del Capitán de Navío Juan Luis Cervera se dan por finalizadas
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Un instante de la salida de la 32 Regata Mar del Alborán. FOTO: NPL
Las labores de rescate del Capitán de Navío Juan Luis Cervera se dan por finalizadas
Un instante de la salida de la 32 Regata Mar del Alborán. FOTO: NPL

Salvamento Marítimo ha dado por finalizadas las labores de rescate del Capitán de Navío de la Armada -retirado- Juan Luis Cervera al ser inabarcable la zona de búsqueda. La Armada ha indicado que seguramente prolongue durante algunos días la vigilancia en la zona al tener mucho interés en recuperar el cuerpo del Marino.


Juan Luis Cervera cayó al mar cuando participaba el pasado jueves 30 de abril en la 32 Regata Mar de Alborán como tripulante de la embarcación Betelgeuse, perteneciente a la Comisión Naval de Regata de Cádiz. El velero se dirigía a la isla de Alborán después de haber salido del puerto deportivo del Club El Candado junto al resto de participantes, 27 en total, en esta competición. La desaparición de Cervera provocó inmediatamente la suspensión de todos los actos de la regata.


Los estudios oceanometeorológicos elaborados por Salvamento Marítimo estiman en 3.900 millas cuadradas el rectángulo marino en el cual se podría encontrar el cuerpo del Capitán de Navío Cervera.


Homenaje


Navegando por las Islas se hace eco de la carta homenaje al Capitán de Navío retirado, Juan Luis Cervera, de su hermano Guillermo, que se publica en la página oficial de la Real Federación Española de Vela.

A mi patrón y hermano Juan Luis:

Me cabe el honor de ser el tripulante más antiguo y veterano entre los muchos que, a tus órdenes, han navegado. Fueron, desde 1969, 25 años de singladuras con más de 100.000 millas dejadas atrás.

En estos momentos mi pensamiento no se aparta de tu mujer Mari Loli y de tus hijos Marga y, sobre todo, de Juan Luis que te acompañaba en tu última regata. Tu familia, hermanos, primos y sobrinos, están viviendo esta tremenda tragedia unida en la intimidad de su dolor con la entereza que les da la fe cristiana aprendida de tu testimonio de vida, rogando encarecidamente a Dios que devuelva la Mar lo que es suyo, y recibiendo muchas muestras de cariño que les ayudan y reconfortan en este trance.

Tenemos que agradecer a nuestra otra familia, la marinera, su entrega para rescatarte del fatal abrazo que recibiste el pasado Jueves por la noche, conscientes del trabajo empeñado y de las fatigas que por esta causa han pasado y están pasando nuestros compañeros de la Armada, de Salvamar, de la flota de regata, de los Clubes Náuticos del Candau y Motril, de la Cofradía de pescadores de Motril y de cuantos voluntaria o profesionalmente han puesto su esfuerzo a tu servicio para que vuelvas con nosotros. A todos un sentido y agradecido abrazo.

Se del gran impacto y el profundo dolor que este fatal suceso ha causado en todos los Clubes Náuticos y en el ambiente marinero y deportivo, sobretodo de la Bahía de Cádiz donde, durante casi medio siglo, has sido un fijo en todas las regatas anunciadas y en el escenario de todos sus pantalanes, con tu estilo tan peculiar que ha dejado una impronta que será, en el futuro, un referente carismático a recordar como algo propio que nos falta a todos.

Mi vivencia contigo, tanto familiar como deportiva, ha sido dilatada, profunda y gratificante, plagada de momentos maravillosos y de otros duros y difíciles, en los que tuve la oportunidad y el privilegio de poder saber de tu determinación, fortaleza interior y generosidad. Nunca te rateaste en nada y en el peor momento siempre acudiste a la tarea de mayor fatiga. Cuidaste de mí y de los que te rodeaban de los que siempre supiste ganarte su afecto. Yo procuré devolverte con admiración lo tantísimo que aportabas a nuestras vidas.

En estos momentos me vienen a la cabeza muchas gestas vividas juntos, pero no puedo apartar de mi mente una en particular que hoy cobra un valor especial para mí. Fue la de aquella noche en la ensenada del Gran Tarajal en la Isla de Fuerteventura en el ejercicio nocturno en el que yo mandaba a los buceadores que tenían que atacar a los barcos de la Armada allí fondeados. Mi compañero y yo, ultimado el ataque al Dédalo, tuvimos la mala fortuna de que nadie nos recogiese en el punto de encuentro, siendo arrastrados mar adentro por una fuerte corriente en una noche que se hacía oscura por momentos. Lanzamos bengalas y nadie acudía en nuestra ayuda, pero yo sabía que por fuera de la Bahía estaba tu “Extremadura” del alma y que no me ibas a abandonar fácilmente. Cuando agotamos nuestra última bengala vimos acercarse un bote con la numeral de tu Fragata y el cabo que lo gobernaba, al tenderme su mano para ayudarme con mi equipo para subir a bordo, me dijo ceremonialmente: “con los saludos de su hermano Don Juan Luis”. En aquella noche tenebrosa supe que aunque todos me fallasen tu acudirías en mi ayuda como así había sido siempre.

Me han pedido que haga una semblanza humana de tu persona para los que no te conocieron bien. Tú has sido un hombre de vanguardia, comprometido con la vida hasta los tuétanos, valiente siempre ante el riesgo y poco partidario de quemar tus días sentadito en una camilla. Tu sustancia estaba hecha de materia especial y diferente a lo que hoy es de consumo: hay pocos con tu fuerte personalidad, tu integridad y tu carisma. Muchos dijeron que esa sustancia no es de estos tiempos: se equivocaron. Hoy más que nunca necesitamos quienes sean fieles a sí mismos y a sus convicciones, rectos en su noble proceder, que no se dejen doblegar, alegres, sin complejos, educados sin ser aduladores y prestos a abrazar con pasión cualquiera tarea de un quehacer constructivo. Personas que sean ejemplos de una verdadera libertad: en esto mi maestro fuiste tú y quien no te entendió a tiempo seguro que lleva un rumbo torcido.

Juan Luis, fuiste peregrino infatigable de admirable Fe, capaz de pasear tu soledad, sencillez y recogimiento, animadas tus piernas por tu corazón de atleta andando, por caminos y veredas de España, más de 1.000 kilómetros sin parar desde Cádiz, para postrar tu devoción ante nuestro patrón Santiago.

En aquel gesto tuyo tan característico de dar la mano estrechando la contraria con esa fuerza y energía que disimulaba tu escasa corpulencia, tú mostrabas por derecho, tal cual era, la fortaleza y nobleza de un amigo dispuesto a entregarse.

Tu corazón era robusto, poderoso, infatigable e inquebrantable que solo se pudo doblegar cuando tu estrella cayó en el ocaso cegada por el amor que sentías por la Mar de tus entrañas, dejándonos a todos incrédulos ante el que no hubiese funcionado el “factor Juan Luis”.

Nuestro apellido le debe mucho a esta Mar que te llevó, pero también le ha pagado fuertes tributos y duele mucho decir que el tuyo de hoy es de los más grandes. Sin ti la vida no podrá ser igual y mientras llegue el día en que podamos volver a navegar juntos, aquí me tienes como siempre a tus órdenes; ten la certeza de que iré a visitarte a esa Mar que tanto quisiste cuantas veces pueda.


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