Navegando

Ampliar

Pedro Espadas, uno de los favoritos. FOTO: NPL

A las diez y media de la mañana, hora española, los pilotos del Euro-African Raid pisaron suelo africano. Los participantes en el Dakar acuático consumaron una de las gestas más esperadas y uno de los momentos culmen de la competición, en apenas una hora cambiaron de continente.

El ferviente entusiasmo de los pilotos que componen el Euro-African Raid sí se correspondió la mañana del miércoles con la climatología, pues el mar se apaciguó y la marejada permitió que la docena de motoristas que partieron de Estepona atravesase, custodiada por los delfines y un melancólico cielo gris, el emblemático Estrecho de Gibraltar.

En la llegada, al puerto de Marina Smir, los gestos de emoción se sucedieron. Algunos pisaban África por primera vez. Desde que empezó la competición, la inmensa mayoría soñaba con pasar su pasaporte por la frontera marítima marroquí. Lo consiguieron, pese al ingente esfuerzo necesario y los obstáculos surgidos durante una carrera tan exigente como ilusionante.

Además, todos los motoristas que participaron en el trasvase continental recibieron dos puntos de bonificación. Peter Claerhout, víctima de contingencias técnicas en su vehículo, siguió el emotivo desplazamiento a través del barco de apoyo.

Marco Antonio Vivanco y Mari Carmen Ortiz, recién arribados al muelle africano, se fundieron en un abrazo para celebrar un momento especialmente alegre para ambos. Murcianos los dos, compañeros de mil batallas náuticas, apenas podían contener las lágrimas tras contemplar el paisaje. Se cerraba así, una etapa de trabajo incansable para sendos murcianos. Terminaban con éxito días ininterrumpidos de entrega, semanas de trabajo, meses de reflexión y años de preparación de quimeras convertidas en triunfo. El tándem murciano se propuso pasar al país vecino en moto y lo consiguió, aunque todavía tuvo tiempo para realizar una prueba de consumo por la tarde.

Sin descanso

Las playas de Marina Smir acogieron en horario vespertino la disputa de la etapa que más puntúa, en la que los competidores debían completar el recorrido establecido con una cantidad determinada de combustible.

Los competidores se vieron obligados a recorrer, usando la psicología para ahorrar gasolina en cualquier resquicio, un total de más de cien millas espectacularmente desplegadas con una velocidad frenética gracias a la tímida brisa de poniente que en ocasiones amenizó la tarde.