Navegando

Maneja con soltura a entrenadores, alumnos y técnicos de la marina del Real Club Náutico de Tenerife, como si de los cabos de su propio barco se tratara. Rosana González es la directora técnica de la sección de Náutica del Real Club Náutico de Tenerife (RCNT), la única mujer que dirige estas lides en los clubes náuticos canarios y posiblemente una de las pocas que lo haga en España. Lleva ya algunos años lidiando con la vela, en tierra desde los despachos- en labores de organización y logística- y en el agua, desde que empezó a navegar en la clase Vaurien cuando tenía 16 años.

“La organización de las mujeres siempre es importante, quizá por el hecho de que somos un poco más proclives al orden, esto ayuda a mantener al equipo un poco más unido. Lo que tengo detrás es un equipo y gracias a él puedo salir adelante en mi trabajo. Yo creo hay que acoplarse a las personas, no tiene mucho que ver que sean marineros o marineras, sino conocer un poco el mundo en el que te mueves y que todo cuadre”, apunta con una sonrisa.

Pero a nadie se escapa que el medio marino ha sido, históricamente, masculino. Para los profanos, hablar de velas, cabos, estribores y babores, retrotrae a las películas de rudos marineros curtidos por el agua salada y el sol dando la vuelta al mundo en un gran velero, de la copa América o cosas por el estilo, donde difícilmente se ve a una mujer. Nada más lejos de la realidad. Por lo que parece se trata de un mito, otro de los tantos que fluctúan alrededor de este deporte que ya se ha democratizado: “Eso de que haya más hombres que mujeres está superado. Quizás en direcciones o en puestos un poquito más importantes puede que sí haya más presencia masculina, pero en general ya hay muchas mujeres regateando”, indica.

La vela es una disciplina deportiva, como decíamos, muy mediatizada, achacable siempre a una posición económica pudiente y en la que no pueden participar sino determinadas clases sociales. Rosana González elimina este “estereotipo falso” de un plumazo, y tiene sus razones, todo eso, dice “se genera porque siempre se ha asociado la vela con una disciplina prohibitiva económicamente hablando, y ese concepto sigue muy arraigado. Pero no es así. Yo empecé a navegar en el Cidemat que está en Valleseco, un barrio muy popular de la ciudad. Mucha gente de allí ha pasado por esa escuela y muchos monitores pertenecen a ese barrio”, apunta dejando ver que "en Canarias existen escuelas de vela no relacionadas con clubes cerrados“, cierto es que a determinados niveles la vela es un deporte caro, pero es como la fórmula uno, los coches de alta competición valen millones, también los grandes barcos lo cuestan. “Pero si hablamos de Optimist, esto es, de iniciación, para que los niños empiecen a navegar, el desembolso no supera los 1.000 euros, si hablamos de mercado de segunda mano –en el que se pueden conseguir cosas muy interesantes- y además hay muchas facilidades y subvenciones. Así que ese estereotipo nos hace daño”, asegura, y puntualiza además que “por otro lado, la prensa y los medios de comunicación no hablan sino del único deporte, que es el que mueve realmente masas y dinero, que es el fútbol”.


Escuela nauta

En la escuela del RCNT participan alrededor de 60 niños, en las distintas categorías que se inician con los cursos de invierno, Optimist C y luego B y A, y posteriormente Láser. “Después del Optimist C los niños se van colocando según su rendimiento y trayectoria, y van subiendo un poco de nivel hasta que llegan a ser unos pequeños profesionales de hasta 14 años que son los que participan en pruebas nacionales o internacionales”, asegura González, quien apunta que la firma Toyota ha apostado por esta etapa de formación en el club. “Luego está la clase Láser y 29er en las que trabajamos por medio de convenios de colaboración que tiene el RCNT con la Federación Insular de Vela”, remata.

“Nuestro principal objetivo es conseguir que participen la mayor cantidad de niños posible en las categorías de formación, luego se van quedando por selección natural, por interés; e incluso hay casos insólitos, por ejemplo, tengo una niña que ha hecho todos los cursos de verano y ahora viene cada dos fines de semana, desde El Hierro, para entrenar y sólo tiene nueve años”, recalca González con un atisbo de sorpresa.

“Este es un deporte muy duro, no tienes que llevar unas botas o una raqueta en la bolsa, aquí hay que venir y bajar un barco de una jaula, cargarlo, llevarlo, limpiarlo, pasar frío en invierno… a los niños les tiene que gustar este deporte para comprometerse y hacer todo eso un sábado a las nueve de la mañana”, concluye.

Por último, la directora técnica indica que “para los más jóvenes, que haya un regatista olímpico en su propio club significa un referente y un acicate, sin duda. Y también para todos nosotros. La vela es un deporte en el que se aprende cada día, desde tus alumnos hasta de una referencia como la que puede aportar Javier Hernández. Los niños desean hablar con Javier, y cuando está por aquí hacemos clases teóricas y que él los vea, hable con ellos, etcétera… Con respecto al club, poder contar con regatistas de talla internacional es un gran orgullo. Esto no es el trabajo de un día sino es un trabajo que se viene haciendo durante mucho tiempo, en el que todos nos vemos implicados” sentencia con cierto aire de haber cumplido con creces su trabajo.