Surf

Al son de las grandes olas

30-03-2013 :: MARÍA RIVAS
Al son de las grandes olas
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El brasileño Danilo Couto, en plena galopada en Mullghmore Head (Irlanda). FOTO: Billabong XXL
Al son de las grandes olas
El brasileño Danilo Couto, en plena galopada en Mullghmore Head (Irlanda). FOTO: Billabong XXL

Hay que pertenecer a una tribu muy especial para recorrer el mundo en busca de la ola perfecta, intensa y salvaje. Hay que saber ser paciente, muy paciente, para divisar el horizonte y dar con la ondulación generosa que permita al surfero montarse en su tabla y `bailar´ en un arriesgado juego entre equilibrio y habilidad en armónica conjunción.

Esta semana se conocían los nominados a los Billabong XXL Big Wave, que premian a los surfistas más radicales, aquellos que se atreven en las condiciones más extremas. En un resultado sin precedentes, el surfista hawaiano Shane Dorian ha sido nominado en las cuatro categorías, incluyendo el surfista del año, mejor ola remada, mejor metro Pacífico y la ola surfeada más grande por sus hitos de paseos en el tubo sobre una enorme ola en Maui.

Junto a él destacan nombre como el de Shawn Dollar, Greg Long, Reff McIntohs, Dave Wassel y Matt Meola, entre otros.

La mayoría de ellos eran apenas unos niños cuando se estrenaba `El Gran Miércoles´ en el año 1978, película de culto para los amantes del surf. En ella, uno de los tres protagonistas, Leroy, ansioso por lanzarse al mar pronuncia la mítica frase ante sus `socios´ en el agua, Matt y Jack: “¿Qué?, ¿nos lanzamos?”. Los tres reconocían que cuando se tiraban al mar se sentían diferentes, grandes… Han pasado 35 años, y así sigue sucediendo, no en vano, muchos surfistas afirman que cuando están saliendo del tubo recuerdan lo que les hizo surfear la primera vez y darle sentido a su camino. “Sólo quien está preparado para mojarse es capaz de surfear”, reconocía el propio Jack.

Premios XXL


Para los amantes del surf más radical, el tamaño sí que importa. Es el máximo nivel de rendimiento que se ve recompensado en los premios Billabong XXL, que otorgan 50.000 dólares al ganador. Muy a menudo, el rendimiento es equivalente a montar en el interior del rizo de la ola y vivir para contarlo.

En estos premios tiene un gran protagonismo la costa norte de Hawaii, famosa por sus prominentes e increíbles olas y que reúne en invierno a miles de aficionados de todo el mundo en lugares de culto como Waimea Bay o Hookipa.

Aquí, el riesgo y la oportunidad se citan, y mientras el resto sólo se atreve a observar las caídas, las tablas rotas, las prohibiciones y los heridos, los excesos de la seguridad limitan la posibilidad de la materialización de los sueños.


Muchos de los que se tiran en esas condiciones no son conscientes de que en cada una de sus acciones subyace la valentía como punto medio entre la temeridad y el miedo. Son sesiones de surf que requieren de una gran concentración. El más mínimo fallo se puede pagar caro. Llegar al éxtasis al subir a una tabla, alcanzar el oleaje y aprovechar su bravura para dibujar una excepcional y loca carrera contra la naturaleza es una emoción que no tiene precio.

“Es en el mar cuando somos capaces de alcanzar nuestros sueños, de creer en nosotros, de encontrarnos de nuevo con aquello que nos hace vivir, que nos hace especiales, que elimina la bruma y que nos hace flotar”, reconocían Jack, Matt y Leroy al final de la película, porque “todo el mundo tiene su Gran Miércoles, pero lo realmente importante es saber si tendrán su tabla lista”.


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