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El XVI Torneo Internacional de Pesca de Altura de Benalmádena cuenta ya con un claro vencedor. Christian López, patrón de la embarcación Christian One, se alzó con el triunfo. En la Clasificación General de capturas de mayor peso, Jesús Jiménez con El Barracuda obtuvo la segunda posición y Bibiana Quesada, con Canela Uno, la tercera.

En cuanto a la Clasificación General de Pieza Mayor, Christian One, de Christian López fue también primero, con un dorado de 9,750 kilos, Gongar de Francisco González segundo con un dorado de 9,350 kilos y Soqui de Manuel Marín tercero con otro dorado de 7,750 kilos.

Participaron 50 embarcaciones procedentes de toda la geografía española e internacional con cerca de 200 pescadores deportivos a bordo.

El tiempo se mantuvo estable los tres días de Competición. La última jornada del Torneo proporcionó el nombre del ganador. Ese día, el más madrugador fue Jesús, del Barracuda, con su incansable tripulación. Con él salieron el Show Park y el Kaiman Uno y poco más tarde ya estaban casi todos en el agua. A las 09.00 horas sólo quedaron en puerto los que tuvieron algunos pequeños problemas, esperando resolverlos y salir más tarde, aunque ya 20 barcos estaban en el agua.

La última manga fue la más corta, con dos horas menos, con lo que muchos patrones no se alejaron más de 20 millas, sobre todo los que encabezaban la clasificación por atrás, relativamente cansados tras dos días de desespero y con dos ceros consecutivos en su haber. La pena es que sumaban más los que no pescaron que los que pescaron, aunque en ningún momento afloró el desánimo, ya que hasta el último instante toda la flotilla mantuvo las espadas en alto, incluyendo a los farolillos rojos y es que un solo pez de entre 6,5 y 7 kilos podía dar buenos trofeos en su clasificación, puesto que se premiaba hasta el noveno puesto y un mismo barco no podía repetir.

Además, la captura de una sola pieza podía mover mucho la clasificación, tanto en los dos primeros puestos como en los dos siguientes y los cuatro restantes, muy igualados. Ese era el objetivo de los líderes, mantener su posición pero tratando de escalar posiciones y rearfirmarla definitivamente.

A las 10.00 horas no se había producido una sola incidencia favorable y se sabía que a 15 millas la mar estaba como un plato y que era posible que la actividad comenzara pasado el mediodía. Eso sí, nadie perdió la esperanza y todos preparaban y repasaban sus equipos para enfrentarse a posibles sorpresas, ya que en la zona se vieron algunos picudos de alta gama. En efecto, en la tarde del sábado el Macumar Dos tuvo tres ataques consecutivos de un marlin blanco, que vieron perfectamente y al que calcularon más de 25 kilos. Tras morder las muestras de proa y de popa y lograr huir, se fue a las muestras del Christian One, que también atacó aunque con el mismo desenlace. Fue una pena, ya que habría permitido una excelente sesión fotográfica.

En plena media tarde, a las 16.00 horas, el sol daba muy fuerte sobre los participantes, pero los deportistas aguantaban el tipo como podían y eso que el balance era muy triste teniendo en cuenta que todavía quedaban 22 barcos en el agua, sólo cuatro piezas, una de ellas un dorado. En cuanto a divertirse con la pesca, no se logró ese último día, ya que sacaban peces inmaduros… 90 segundos de ilusión por cinco minutos de imprecaciones y tristeza al comprobar el tamaño mientras los patrones no paraban de hacer cambios, pruebas y más pruebas.

Plumas, cabezas silbadoras, pulpitos de vinilo, tunitas, minnow, jigs forrados con rafia o con faldillas de vinilo, etc, no mostraban mejoría. Tampoco reducir el diámetro del bajo de línea para hacer menos ruido y llamar menos la atención. Era una clara contrariedad y una verdadera ironía. Un mes antes no entraban porque se mostraban apáticos, esquivos y desganados, ya que las aguas estaban muy frías (por debajo de los 19º/20º). Ahora ocurría lo mismo pero al contrario, puesto que las aguas superaban los 25º y 26º y los peces mostraban la misma indiferencia… Se pescaban muchos túnidos, pero pequeños.

A las 16:15 horas llegaba una buena noticia desde el Montserrat, ya que Aniceto, su patrón, cantaba combate y unos minutos después pieza a bordo, un dorado al que le calculaban unos 8 kilos. Si la previsión era más o menos exacta se ponía segundo en la general de la pieza mayor, algo que le haría feliz dada su afición, avanzada, edad y estado de salud, pues compitió muy mermado físicamente y además su marinero se puso enfermo y tuvo que marcharse, por lo que tuvo que buscarle un sustituto para poder terminar la Competición.

Poco después llegaba la hora de pensar en llegar a tiempo a puerto, sobre todo para los de arriba y con capturas, pues un retraso por leve que fuera, podría causar graves penalizaciones. Aquellos que pescaban en las 40 millas volvían curricaneando, pero más pendientes del plotter que de la pesca. Los que estaban más cerca podían centrarse pescando con minnows de mediano tamaño, en busca de algún dorado “viudo o viuda”. El caso es que a las 18:00 horas acabó la competición y todos los contendientes debían estar dentro, al menos en bocana.

Fueron puntuales, especialmente los que debían pesar, dejando las clasificaciones definitivas… Los de arriba fallaron pero vivieron de rentas y mantuvieron su clasificación y lo único que se movió fue el segundo y tercer puesto en la pieza mayor, que pasó de manos de Francisco González, patrón del Gongar (segundo), dejando la tercera plaza para Manuel Marín, patrón del Soqui.

La gala de entrega de premios empezó, como siempre, tras un cocktail muy bien surtido que servía como punto y seguido hasta que llegaran todos los comensales, invitados y autoridades. Después se pasó a uno de los grandes salones del Hotel Alay, donde todos los invitados cenaron.